domingo, marzo 31

los tristes miedos se personifican en un sueño
-tengo 13 mails nuevos y por eso no quiero abrir ninguno-

Volví a estar con EE y volví a soñar con él. A veces no entiendo qué quiere, porque va volando entre los extremos y de tanto que rebota se mantiene en el centro. Justo en ese centro pegajoso y estático del que huyo. Como una arena movediza que quiere chuparse al mundo, sólo para darse cuenta después de que la tierra puede resquebrajarse y ella puede, también, caer por una grieta gigante hasta el núcleo hirviendo contra el cual no es nada.
O sea, esclarezcamos los pensamientos, pero más que eso, lleguemos a un acuerdo, y eso es lo que parece ser imposible.

Estábamos en la cola para entrar a un reci de una banda que ni existía y encima era de covers, por ejemplo, covers de Soda Estéreo y de Los Piojos y cosas así. En la cola, a punto de entrar, con Pedro y un amigo suyo, pregunto por la entrada y me dicen que está treinta pesos. ''Treinta pesos? me parece mucho pagarlos para una banda que no conozco, parece ser mediocre y hace covers, mejor vámonos'' pero para ellos irse no era una opción, entonces Pedro me dice que él va a entrar y que si no quiero ir con él puede ir con una señorita que estaba ahí, y la agarra de la mano, y yo le digo que entren, y él le hace dar una vueltita y están por pagar la entrada pero yo me aproximo como un fantasma o como si estuviera poseída y con pasos espásticos y súper veloces estoy posada a su lado mirando para abajo con el pelo en la cara y los ojos negros, negros enormes y brillantes. En este momento dejo a satán de lado y me enternezco, y le agarro las dos manos y le digo cosas que no recuerdo, y lloro, y lloro, pero él entra- y me voy.

Me voy a mi casa y doy vueltas, me quiero comer los dedos, o empezar a arrancarme las pielcitas que te crecen si primero te arrancaste alguna vez (es obvio, vos sos la pielcita primera), arrancármelas hasta pelarme las manos de piel y manchar mi ropa, mi cara, mi casa, mis libros, mancharlos con ese dolor. Buscar técnicas para calmarme.

Entonces miro la hora y te llamo, pero marcar es dificil como en todos los sueños, te escribo: estoy yendo para allá, salí, dale, estoy yendo a la puerta. Y de alguna manera con ese mensaje quiero obligarte a algo, yo sé que está mal, pero eso quiero, obligarte a que salgas, que vengas a mi rescate esta vez.

Camino cuadras y cuadras donde no puedo avanzar, me pegoteo al piso, a las cosas, a todo. Parece imposible llegar y yo con urgencia desespero por estar ahí, en la puerta de ese sótano inmundo, mirándole la cara al patova de turno. Miro la hora: 10.30 am. Y descubro entonces con entusiasmo que es lógico que yo vaya a la puerta del bolichín a buscarte, tendrías que estar durmiendo conmigo ahora, sentado en la cama tapado hasta la cintura agarrando un mate que yo te paso mientras te digo: ''querés otra factura?'' y la luz del sol acaricia nuestra piel y nuestro pelo, que por ser las dos personas más suaves del mundo, se torna brillante pero igualmente opaca, como el terciopelo, como un beso, juntos seríamos un beso.

Me despierto un instante con la luz del sol entrando en diagonal y dibujando figuras en las paredes de mi cuarto. Agarro el teléfono aunque no entiendo la hora. Te escribo un mensaje, dice: ''Sos muy malo :(''. Me duermo.

Me despierto caminando por la ciudad donde las cuadras me quieren más que vos e intentan retenerme. Yo ya no sé cómo caminar y pienso ''otra vez estas cuadras pegajosas, otra vez este andar doblado, otra vez impulsándome de todo lo que encuentro clavado al piso, en la calle, en la vereda, para avanzar quizás un poco más con la fuerza de mis brazos''. De alguna forma vuelvo a ver el teléfono y descubro que son las 3.07 am, eso significaría que hace siete minutos te dejé en la puerta del bolichín para ver a la banda esa trucha, y cómo puede ser, mi amor, que te guste esa banda... me siento avergonzada por eso y por los siete minutos eternos y corro, corro con la mente, me tapo la cara y huyo, salto, me voy a otro pueblo, a otra vida, a otro sueño.

Me destapo la cara y el sol pega a pleno, paseo media cuadra y encuentro una esquina de edificio viejo, toda abierta, con luz blanca y cortinas y colchones y sábanas implecables. Adentro, dos putos se hacen cosas y una familia con pinta de panaderos o de comepastas de domingos los mira, una enfermera los filma. Primero parecía bastante porno, porque los putos estaban en bolas, pero al final uno tenía un zapato de metal medio romano y corría por el piso mientras el otro puto está tirado, inmovil, riéndose. Después se cortan pelitos de brazo, para la cámara, después hacen como que cojen, pero no cojen, como un chiste.

Después me voy, salgo un momento, camino por la cuadra y tengo colgada una cámara de fotos vieja, muy vieja, con un flash gigante, y el pueblo es algo parecido al lejano oeste, con calles de polvo y edificio viejísimos. La gente me ve y me saluda, uso una pollera larga hasta el piso, celeste, a tablitas, tiro alto, y una camisita blanca divina metida adentro.
Llego a casa, mi viejo me dice que compre aceite cocinero, y yo le digo que ya hay, y describo tal cual la botellita de aceite de medio litro (que no es cocinero) que espera paciente a ser abierta en la alacena de casa.

Vuelvo caminando con los putos, caminar no me cuesta, me siento en el piso y los miro. Todos miramos, pero ellos se ponen cerca mío, están en bolas, obviamente, y se cortan mutuamente los pelitos púbicos, ahora el pelado le corta al que tiene pelo, pero no tiene pene, no tiene nada, sólo un pubis, y él le corta lentamente sus pelitos. Se tiran en el piso, se paran, el que tiene pelo me dice: ''Ahora yo soy el chico y ustedes son las chicas'' y yo pienso que todo eso es normal, y le digo, ''bueno''. Me hacen sacar la ropa. Tengo puestas mil prendas de vestir. Pero principalmente una polera, abajo una remera, abajo un corpiño, abajo del corpiño una remera manga larga, y unas calzas, y una bombacha rosita que hace mucho no uso. Me dejo las medias, me dicen: ''dejate, hace frio''. Nos tiramos en colchones y el pibe empieza: agarra la mano del puto con pelo y para la cámara le corta los pelitos que tiene en los dedos, primero se los peina, después se los corta. Hace lo mismo con los pelitos de la panza y de su pubis que no tiene sexo.

Yo miro mi celular y veo avisos, recuerdo cosas, Pedro diciéndome: ''avisame cuando te despiertes, yo te aviso''. Y en el celular tengo un chat con él y su nik dice: -7. O sea, en siete minutos se despierta seguro. Y yo tengo un número también, o sea, estuve conectada todo el tiempo. Pienso en sacarle el sonido porque puede sonar mi alarma y lo hago, unos de los pibes viene a ver qué hago y le digo: ''ya lo apagué, ya lo apagué''. Él agarra el celular y lo abre, y atrás, donde tiene la batería, resulta haber un montón de espacio, agarra mi carnet de la obra social que está cubierto por un falso carnet de aluminio protector, se lo mete en la boca y lo mastica todo. Se lo come, íntegro, al plástico y al metal. Mastica y traga, me dice: ''qué bueno esto!''
Yo me siento, pero me dicen: ''no, así no, quedate acostada.'' Y en seguida: ''Ahora te toca a vos''

Y viene el pibe y me peina y me corta también los pelitos de mis dedos de la mano, pero como son poquitos y finitos y femeninos es más dificil y creo que eso un poco los decepciona, después me sacan la bombacha y yo me quedo quieta y la enfermera me dice: '' ponete quince veinte treinta y cinco'' y yo me doy cuenta de que eso es una especie de posición precisa, esos números explican la relación de posición y ángulo entre mis partes del cuerpo, pero yo no puedo decodificarlo. De esta manera, me quedo quieta, sin saber qué hacer, y la enfermera se enoja un poco por mi poco profesionalismo y bufa, hace: ''ufffffffffff, bueno, dame la pierna'' y yo flexiono la pierna izquierda y ella agarra una aguja de jeringa, pero simplemente la aguja, y me mira y hace: ZAS! y me la clava de lleno, toda, íntegra, por el costado de la rodilla. Y yo siento un dolor inmenso, gigante, que me atraviesa toda, que une mis huesos, y también me dice: ''tenés agua? tienen que tomar mucha agua cuando hacen estas cosas, porque sino después se sienten mal'' y yo quiero reclamar algo, quejarme, irme a la mierda, y ella llena un vaso largo con una jarra de limonada que hay encima de una mesa, y yo pienso que me lo va a dar, pero primero toma casi todo y después me lo pasa, y yo me quejo y el dolor sigue siendo insoportable, y no quiero limonada, no quiero nada! quiero irme! seguro Pedro se levantó, seguro me está buscando (ahora él es mi salvación en vez de mi herida), y ella agarra una segunda aguja y me toma el tobillo y me va a traspasar ahora el tobillo transversalmente! y yo me retuerzo todavía del dolor anterior, grito, hago ruidos con la garganta y le digo que no, que no, que duele demasiado, ella en cambio me trata como si esto fuera una previa para algo más. El dolor de la pierna no disminuye, por el contrario aumenta, y yo siento esa electricidad corriendo por toda mi médula y con un espasmo que me corre por todo mi cuerpo me despierto. Y realmente me duele la pierna. Y no hay nadie en mi cuarto, no hay aguja, no hay sombras, sólo sol y calor y pienso: primero se comieron mi carnet de la obra social y después me lastimaron. En cierto sentido son iguales a vos. Y después con tristeza me digo: era tan obvio.

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