Ellos dos se miraban descubriéndose mutuamente en relación a mí. Estaban sentados en una calesita para niños de esas que se ponen en los fondos de las casas o las terrazas.
B obvio se iba a mandar alguna y yo obvio exasperada intolerante le hacía un gesto desastroso, hubiera podido acogotarlo en ese gesto.
Un poco alejados, L y yo, ranchábamos junto a un volquete impecable repleto desbordante de la más cheta basura electrónica.
Los pibes activaban todos para distintos lados y la secuencia no tenía sentido. Me enojaba con E. Lo veía irse a lo lejos una cuadra y lo bardeaba por whatsapp. El alivio.
Con L nos mirábamos a los ojos: así era mejor. Descrifrábamos un plan que involucraba la vida, esa situación, nuestro proceder, el todo, haciendo gestos sobre un ipad chetísimo con la pantalla destruída.
Y yo pensaba: ya fue la gilada, ya fue el amor. Acá estamos en la posta. Procediendo, efectivizando, siendo; L es infalible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario