martes, abril 21

estábamos en un lugar extraño con bocha de rochos. funcionaba como una casa. los rochos eran todos malucos como los de las combis que ranchan en calle lima y o'brian.
cuando nos queríamos ir había un enfrentamiento, estábamos por subir a nuestro auto: Fede, mis abuelos, mi mamá y yo.
Entonces un loco se plantaba a los tiros y nos la agitaba. Nos quería secuestrar a todos. En el piso esquivando balas como una lombriz nos retorcíamos. yo en tanga y el loco me miraba maníaco la cola y tenía tanto miedo de que me la volara de un tiro. igual ningún abuelito moría y nosotros menos. Lo insólito, lo siguiente: nos llevaban en cana a todos.

En la comisaría los polis eran maluquísimos y sólo estábamos Mile y yo que flashábamos fugarnos (porque era muy posible y fácil) sin embargo siempre aparecía un rati con carpa a lo lejos fichador corte perro malo. así nos acostumbrábamos al encierro. Un día todo mejoraba: hacíamos un sanguche increíble, todo idea mía, con aceitunitas y morrón asado y un pan divino que se completaba con queso cheddar en pomo. Mile por primera vez en la vida, desde que vivíamos en esa precaria casucha que hacía de celda en la villa, estaba contenta. Sonreía. Sentíamos que ya estábamos bastante listas para tomarnos el palo.

Arrancábamos por una salida y recorríamos los pasillos de la villa como quien sabe lo que hace, como soldados del Bien.

Llegábamos a la salida donde una catarata gigante de agua mineral nos transportaba casi sin dramas y un salto al vacío de 50 mil metros nos dejaba cayendo por siempre en lo que parecía un tambor de lavarropas vertical. Estábamos re contentas. Eso era el cosmos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario