Me desvancijás, estaba mejor antes de verte, creo que el problema es que me llevás en parte al extremo que representás para mí. Todavía no puedo dormir de noche, tengo ese insomnio de siempre, hasta que no sale el primer rayo de luz no puedo dejarme ir, tengo miedo. De una vieja o un monstruo o un fantasma que aparecerá para acercárseme y mirarme y tocarme y chuparme, babearme, sorberme, pegarme, sobarme. Que no sea tonta que no existen las apariciones haciendo todas estas cosas, no importa, son una idea en mi mente que no tiene explicación racional ni fundamentos reales. Escucho los ruidos crujientes del edificio y mi corazón se desdimensiona, veo formas en la oscuridad absoluta, caras, pilas vestidas desplazándose, haciendo grrrrr, haciendo kjrrrrrr, kjjj, jjjjjj, respiran la oscuridad de la noche. Pero sale el primer mínimo rayo de luz y todo esfuma y desaparece y se vuelve abrazo, calor, humanidad, verdad, ciencia, vida. Me vuelvo normal como todos aunque entonces me queda una hora, dos horas para dormir lo que pueda, para descansar el cuerpo que cruje del pánico en los ratos negros. Algunas veces soñé con una mancha blanca flotando a los pies de mi cama, causando atracción sin moverse, primero la mancha blanca, después su alrededor confuso que era aquí y ahora, después la energía saliéndole magnética espesándose atrayendo mi cuerpo dormido inocente inmóvil paralizado. Algunos gritos salen de mi boca cerrada pegada con la gotita y es dolor abrir los labios en la piel pero sin embargo me despierto y estoy viva, no entiendo bien cómo ni dónde. Desde ese día dormí peor, cuando consigo dormirme es porque es demasiado temprano. Como las ocho, las nueve, las diez de la noche. La vida alrededor despierta haciendo ruidos, comiendo, fumando, garchando, meando y cagando, y sobretodo escuchando la tele y llamándose por teléfono, eso es lo que me permite dormirme, aunque a veces tres y treinta de un sobresalto abro los ojos como si me clavaran agujas que inyectan vigilia, como un yute de merca directo al corazón, entonces temerosa busco a los gatos, prendo las luces de la casa, del cuarto, de la tele, prendo todas las pantallas como si pudieran cuidarme, como si fueran un escudo. Abro la ventana porque siempre creo que lo que me asusta sale de adentro y no de afuera.
Sin embargo cuando estoy con vos duermo ocho, diez, quince horas. No tengo miedo. No tengo miedo alguno, nisiquiera de los ruidos, no hay viejas porque es obvio que no van a venir a cazarme con vos en mi cama, no pueden. Solamente tengo que tenerte en mi cama para que desaparezcan, es insólito, a veces te vas y me siento angustiosa, angustiosísima, creo que es por el miedo, porque yo diurna me olvido de que duermo mal, me olvido de la vieja sucia babosa chupona, yo diurna con vos soy espléndida, soy normal, pero me decís que te vas y yo siento mis poros supurando el pánico. A veces creo que sos contraproducente, porque esa paz no es real, porque te acompaño al subte y me late la angustia en los bronqueolos del pecho porque sé que ahora sólo queda encontrarme de nuevo conmigo misma.
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