Me desperté aliviada a pesar de los nervios, sonaba el timbre.
Estaba soñando que estaba acá mismo aunque sin darme cuenta no era acá mismo, ese era el secreto para descifrar la verdad del sueño, sacarle la ficha y controlarlo para siempre.
En la cocina preparaba algo, aunque más posiblemente barría y la veo a Lizzie caminar para atrás de un salto extraño. Entonces Lizzie se levanta y flota como si una mano invisible la estuviera sosteniendo, no dice nada, ni siquiera un miau. El fantasma sube a Lizzie por las escaleras y ella me mira y yo corro tras ella y él, o ella y ella. Llegamos arriba y lizzie sigue agarrada mirándome con sus enormes ojos y yo empiezo a paniquear entonces me alejo lentamente, Lizzie es soltada, cae al piso, corro las escaleras abajo, corro toda la casa entera y así finalmente llego a la puerta. Veo la puerta y digo: 'por qué hace tantos días estoy acá y nunca abrí la puerta?' entonces la abro, y tras ella hay otra que abre en el sentido contrario y tras ella una más y ahora sí estoy viendo el mármol del primer piso, el ascensor a un lado, las baldozas a cuadros negras y blancas, el ventanal que da al pulmón de la manzana... y me siento a salvo.
Tuve que contarles a todos la historia en el sueño, era inevitable, alguien debía ayudarme a hacer algo. Sin embargo a nadie le importaba demasiado.
Nos íbamos. Estábamos llegando a lo de Patricia una compañera del colegio e íbamos varios, ella vivía en un complejo de edificios extraños situados en un parque a los que se accedía por caminos hermosos de subidas y bajadas, yo conocía la manzana de memoria y siempre había querido ir a un edificio particular del complejo. Para llegar había que declarar una IP reseteada en la entrada, ellos recomendaban: 0.0.0.0
Los chicos que ya habían ido y estaban cancheros y me explicaban, sin embargo yo retrucaba: sí, no te hagas drama, yo conozco todos los tipos de direcciones IP y para qué se usan. Entonces me tocaba ir a declarar mi IP y quedaba en un edificio relativamente moderno y la ventanilla estaba en el fondo abajo como si fuera un pozo. Una escalera mecánica te llevaba y yo me subía y no era una escalera! era como una rampa mecánica en la que te sentabas, sin embargo, algo hacía mal y simplemente me tiraba como por un tobogán gigante. Llegaba a gran velocidad a la ventanilla en la que Mariana todavía estaba registrando su IP y empezaba a gritar: cuidado cuidado! voy bajando muy rápido! y ella se daba vuelta, yo caía, la golpeaba apenas y nos reíamos.
Caminando por los senderos que nos llevaban ahora sí finalmente a la casa de Pato veníamos Marian, Daniel, mi hermano y no sé quién más. Me entero con sorpresa y felicidad de que Pato vive en el edificio que siempre quise visitar y Daniel va al trote y tiene zapatillas deportivas. A mí también me gusta correr, pensé. Sin embargo como en muchos sueños mis pies se pegaban al piso, mi fuerza era insuficiente y mi desplazamiento se producía lento y forzoso frustrándome sólo apenas.
leí el otro día: los fantasmas están adentro.
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