Soñé que me gustaba alguien que en realidad no me gusta.
Primero él estaba en casa. Adoraba a mis gatas.
Después, de apoco, empezaba a gustarme. Yo lo miraba fijamente jugar e inspeccioanar y comer; sobretodo escuchaba sus audaces opiniones sobre el mundo. Después se iba y yo lo extrañaba como a una pieza de un puzzle que nunca registraste pero que la perdés y te jode muchísimo.
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