lunes, abril 28

Soñé que Damián me daba hogar en un universo nuevo. Era una casa donde habían filmado una película de terror. Ahí vivía y trabajaba Damián, en una pieza gigante con techos altísimos y pisos de madera. La pieza era pentagonal o hexagonal y en cada cara/pared había un marco de puerta que daba a un armario empotrado lleno de estantes. En cada estante dormía una gorda esquizofrénica. Las gordas las cuidaba Damián. Algunas gordas estaban en tetas porque eran como niños que no entienden por qué vestirse si no hace frío.
Yo tenía miedo en la casa y corría por las habitaciones pero lo importante era que hubiera un encendedor con adaptador de tarjetas SD a USB en cada esquina. Entonces una madre me acosaba y no era material, era un simple espíritu maternal, que me seguía hasta que yo llegaba a una punta de la casa que era como esa cápsula flotante en algunos peloteros de macdonals.
Una choza bajo la que corría un río. Dos niñas encadenadas miraban hacia abajo y su madre, una figura estilizada y fantasmagórica pero real, las sometía. El sueño se mantenía congelado en ese momento y yo pensaba cómo curar a las gordas, a vos Kaniu mi amor Damián, a mí, al espíritu maternal que recorría la casa, a las niñas: al mundo.

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