viernes, mayo 2

Volví a soñar que me gustaba esa persona que en realidad no me gusta. Me pasó después de contarle que había soñado eso a D. Es gracioso, D es el causante de toda esta sugestión mental. Él me dijo: quiero que os caseis, que sean un triunfo para mí, como esa reconciliación amorosa que nunca pude realizar entre mis padres para revertir su divorcio.
Entonces yo soñé que me gustaba K. Y después le dije a D: soñé que me gustaba K, pero en realidad no me gusta.
Y después de eso: soñé que me gustaba K, de nuevo.

Él estaba en una cocina y preparaba comida. Nos mirábamos y nos acercábamos cada vez más. Hacíamos cosas. Cocinábamos, jugábamos con los gatos. Él me pedía que tirara agua en chorritos mientras revolvía un relleno. Yo no era vegetariana en el sueño. Preparaba un chorizo casero del tamaño de un escarbadientes o un fósforo. Me lo comía, sin embargo le convidaba una diminuta cantidad a él. Entonces se afianzaba la seducción, se iba desarrollando de a poco. Cada vez que me dirigía a él, el espacio era más estrecho.
Después, de la nada, venía hasta mí me levantaba. Eso era todo. Me dejaba en el piso de nuevo.

Después, me indicaba la forma correcta de comer un pan con pastita de huevo duro pisado, una forma mediante la cual la pimienta se sentía más aromática y sabrosa. Yo asentía. Yo estaba de acuerdo. Yo pensaba: estoy seduciendo a este chico. De golpe rompía el proceso de seducción, él me miraba y yo corría los ojos.

Después, para rectificar que el juego no había termindo abruptamente, iba hasta él y le convidaba tostada correctamente preparada y nos reíamos y simplemente permanecíamos mirando la comida en la sartén profunda cocinarse, uno-junto-al-otro, sin mantener contacto pero sintiendo, leve, certero, seguro, confirmatorio, el calor de la existencia humana.


No hay comentarios:

Publicar un comentario