Primero soñé que iba a la facu en pijama remerita cortita y shortcito y me daba verguenza porque no tenía las piernas depiladas.
Después me amigaba y estaba ya volviendo, llegaba y en realidad vivía en la última puerta de la cuadra. La vereda tenía cosas mías tiradas y me daba pena y las juntaba. Me disponía a entrar pero veía a AB y JL entrando a la panadería de la esquina y la verdad me emocionaba! la panadería de toda mi vida!
Dejaba todo rápidamente en la puerta e iba a saludarlos, nos dábamos un abrazo y había más gente como IC y alguien se convertía en LB y con él, en vez de abrazarnos, cuando nos saludábamos TODO se convertía en una lucha grecorromana que nos hacía llegar peleando y rodando hasta afuera, a la puerta de casa.
Estaba muy peleado, era divertido cómo aplicábamos nuestros trucos y nos sorprendíamos mutuamente. Empezamos a conectarnos y entonces era muy emotivo lo que nos estaba pasando, pero bien! Igual LB se quiebra y justo cuando nos estamos por dar un beso se pone a llorar y me dice que cree que es "bruxásico" y que está re confundido. Él llora y yo junto mis cosas y lo consuelo, aunque no estoy segura de lo que le pasa... tengo algo, como una sensación perpetua pero inconceptualizable.
En eso cae un nene maluco a rochearnos y al toque el viejo, que no nos apura pero tampoco le dice nada al pibe. Nos habla giladas mientras el wachito se hace el malito alrededor, igual nos plantamos y se toman el palo al toque.
Me doy vuelta y LB está en la esquina charlando como si no acabara de tener una crisis cuasiexistencial. Yo junto mis cosas ty las meto del otro lado de la puerta. Cae Fede, le digo que las suba, lo hace.
Entro a la panadería llena de gente y les digo la posta: "el pan y los sacramentos rellenos, de puta madre! pero las medialunas de manteca y las empanadas astilla." Los pibes reflexionan, compran y nos saludamos.
Empiezo a caminar hacia mi casa pero giro la cabeza y miro desde afuera por la ventana/vidriera de la panadería una vez más: está DD. Me mira un segundo y dudo en saludarlo. Me descongelo y lo hago justo un instante después de que se desvaneciera entre las señoras que poblaban el local.
Camino a la esquina confundida y todo el piso está lleno de agua, como cuando se inunda la calle sólo que este agua está muy fría y es perfectamente cristalina. Veo mis pies y siento cómo el fluir del agua les pesa por encima. Veo la esquina y está DD parado, apoyado contra la pared de Don Rolo. Me pregunto si estará esperando que le saquen unas fritas-provenzal. No, parece demasiado poco pendiente de todo.
Quiero acercarme a él y mi visión es borrosa, sin anteojos. El agua que corre por el piso entre mis piernas sí llego a verla. A D lo veo aguachento y con mucha corriente. No brilla, sus bordes son inciertos.
Me desespero por avanzar. Si él tan sólo me viera todo sería instantáneo. Como un choque. Estoy atorada en el medio de 15 de noviembre pero cada vez estoy más cerca. Me pregunto todo esto, el agua tan pegajosa, D tan lindo parado justo en la esquina de mi casa, la falta de foco... ¿esto no será un sueño?
Me pierdo en la idea pero me rescato y puedo enfocar a D, camino tres pasos y él está girando hacia mí su mirada. Digo su nombre. Él me escucha. Estoy llegando al climax del momento del encuentro. Directamente podría saludarlo con un beso. Podría chapármelo ahí contra la pared de Don Rolo con un incomparable olorcito a milanesa napolitana. Pero no.
Un gato salta en la cama y me despierta.
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