Me mandaban al espacio, yo era un hombre de 35 años, capitán de la nave. Viajábamos. Mi tripulación hacía todo lo que decía. Yo acataba órdenes de la base en planeta Tierra. Mirábamos las estrellas por las grandes ventanas de la nave. Vivíamos, reíamos, jugábamos. Una chica me amaba y yo amaba a esa chica. Era hermosa, realmente hermosa.
De golpe PUM todomal infección zombie en la nave. La chica, y un amigo, hasta las bolas. Tragedia. Quedábamos nosotros. El resto: todos muertos. Encierro a los pibes en una sala de mantenimmiento y lloro, controlo las cosas y me rescato. Hay remedio para zombies. Tengo miedo. Estoy tan solo, mis amigos ya están muertos. Mi novia me quiere comer.
Sin embargo ellos no estaban totalmente estupidizados y me decían: dejanos salir, estamos todos juntos, haremos lo posible por no comerte. No podía resistirme a mi amor y les abría. Las condiciones eran claras: les administraría el remedio para revertir o al menos controlar la infección, ellos debían hacer todo lo posible por no morderme, serían encadenados por las dudas.
Primero los encadenaba a una silla, las cadenas eran finas y los grilletes los hacíamos con bolsa de plástico rota estirada hecha tirita, eso llevaba trabajo. Parecía endeble pero igual muchas capas me dejaban más tranquilo. Después los inyectaba. Para este entonces mi novia era Sofía Vergara y me mordía un hombro. Yo me enojaba. Llamaba a base pero no me daban bola.
Como ella ya me había mordido pensaba "ya fue todo!", tranzábamos contra una pared hasta que nos poníamos muy calientes. Entonces sí, yo ya era una chica y él un chico. Estábamos por tener sexo pero caíamos en la verdad: todos éramos androides. Yo estaba muy mojada pero el sexo sería imposible: en cuanto intentara meterme la pija íbamos a entrar en cortocircuito, por dentro éramos puro cable y microchips. Era peligrosísimo. Sólo podíamos frotarnospero eso también, era un poco peligroso. Nos arriesgábamos y luego desistíamos porque ¡base contestaba! Yo, el capitán, tenía el deber de responder a aquel llamado.
Corría al panel de control y acataba la órden de volver ya mismo. La infección zombie era un ilusión: ningún androide humano programado podría ser infectado.
Sofía Vergara estaba despampanante con su brazo violeta todo podrido.
Sofía Vergara estaba despampanante con su brazo violeta todo podrido.
Por las ventanas mirábamos nostálgicos las estrellas mientras emprendíamos más rápidos que la luz nuestro regreso al planeta Tierra.
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