martes, septiembre 15

bueno. soné que estábamos en un flash. en un momento nos despertábamos. el flash era intensamente agrario. por el pueblo mirando los maíces a lo lejos tenía un momento de activismo. había una escultura, un monumento, una demostración del poder humano: un buey, atado del cuello, avanzaba hacia adelante y hacia atrás en una suerte de subibaja circular. el buey se caía. volvía a subirse. no tenía mucho margen de soga. yo me ponía a llorar, desconsoladamente, como lloran los homeless en el medio de la ciudad. ante una multitud de gente, como no lo hubiera hecho nunca, yo rompía todo mi voz.

mamá absoluta me calmaba en seco.
me decía: "bueno, nena, dormite. no hay flash que por bien no venga". y yo: "pero mamá no entendés! es que de este flash no podemos salir"

después restablecía.
estaba Abraham Lincoln. comíamos kitkat. nuestras únicas provisiones eran golosinas importadas. yo repartía la comida. Julio Cortázar estaba agotado. suspiraba acongojado. decía: tanta vida, tanta vida.
yo pensaba pobre viejo, con ojitos de pez y todo, pobre. comía el kitkat que yo le daba. lo abrazaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario