domingo, enero 29

estábamos en el sur pero de Chile
mi prima se había hecho una casita junto al mar.
la casita primero era de piedra como todo.

llegábamos desde un valle con río azul brillante encajonado. el pasto se iba disipando hacia la roca de la costa.

la casa de mi prima era de dos pisos cuando entrabas. nos sentábamos a charlar y en su pared colgaba un cajón tipográfico decorativo repleto de minifacturas. había facturas que no conocía. por ejemplo: unas minitartitas de puré de batata con malvaviscos. yo preguntaba si se podían comer y me decían  "claro, a la noche se reponen solas." estaba en el cielo.

salíamos y el mar era lindo y suave, como jabonoso. nos patinaba muchísimo pero con ternura y jamás nos picaba un golpe de ola.

de pronto subimos al segundo piso de la casa por las vista y el mar estaba cada vez más cerca. empezaba a romper al pie de la casa de mi prima.

la marea subía de golpe en golpe. las paredes de la casa se iban haciendo lentamente cada vez más ventana. mi prima me explica que no había chances de que entrara agua: su casa era así como lo estábamos viviendo.

de alguna manera nosotros dentro de la casa también saltábamos. habíamos entrado en la búsqueda de un estado de balance.

fuera se veía todo azul y marino. nos quedábamos sentados mirando mate emocionados.
el cielo y el mar no se distinguían. las cosas que nadaban eran: caracteres, asteriscos, copos de nieve, emoticones de colores lindos. estrellitas. pececitos.

nos quedábamos sentados de las manos y comíamos minifacturas. sentíamos como un privilegio. entonces algunas tenían decoraciones de oro y piedras preciosas por todos lados.

'una joyita'

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