Lo importante es que estabas vos y estaban otras personas que conozco, y algunos miembros de mi familia, y algunos personajes de algunas series, que eran como miembros de mi familia. Había muchas partes. Era una casa que también estaba hecha de naturaleza, así que era, a la vez, como una casa y un bosque. Y un mapa.
Nos quedábamos principalmente en una habitación que era más bien como una zona u área. Tenía paredes altas que la contenían con puertas que daban a pasillos y también tenía límites confusos. Y paredes cortas y muebles y subpartes. Muchos recovecos y zonas dentro de la zona. Eso nos encantaba. Esa zona se sentía como un refugio, como un hogar.
Vivíamos ahí como quien se fue de vacaciones un largo tiempo y estábamos contentos. Pero yo creía que algo había que sospechar...
Vos estabas ahí, en la zona que nos habíamos apropiado todos, tirado, mirando el techo, o haciendo dibujitos en las paredes, o cantando con el resto de las personas, no sé, te integrabas bien al grupo variado de gente que andaba por ahí. Yo, no sé qué me pasaba, disculpame, pero inicialmente no te daba bola. Estaba preocupada por otras cosas, por lo que había afuera de nuestra zona, por las otras habitaciones, por las plantas, los bichos, los monstruos. Vos querías que yo me integrara con la gente y con vos supongo también, pero yo entonces me iba. Mi mente no estaba ahí, con la gente.
Salía por el pasillo y me pintaba ranchar en otra habitación, ahí surgían los bichos. Había un corazón que una señora abrazaba y el corazón le sacaba puntitos de vida.
Después, por un momento, soñé en dos personas que hacían un corazón. Como que lo hacían con la mente y se aparecía. El corazón uno estaba rellenito y era rojo oscuro y geométrico, no les gustaba y seguían cambiándolo. Pasaban por muchos corazones hasta hacerlo con líneas y sin relleno y las líneas eran gorditas y suaves como una manteca.
Yo volvía con toda la gente y algunos tenían barcos atados de un hilito. Barquitos. Los seguían a todos lados. Les gustaban, pero cuando los mirabas un rato de golpe pium, lo veías, se ponían de otro colorcito y les sacaban puntos de vida a ellos y a todos los que los rodeaban. Había una señora a la que le quedaban re poquitos puntos de vida pero amaba su barco. Yo les advertía, revelaba la verdad detrás de los objetos que amamos caprichosamente y en realidad son monstruos que viven de nosotros, que nos matan.
Algunos se enojaban, rechazaban la idea, se armaba lío, yo me iba y me tiraba en otro cuarto distinto en un colchón finito que cuando me acostaba se hundía y parecía muy profundo. Descansaba la mente y me iba quedando dormida, entonces me atacaba una verdad reveladora. Me paraba y volvía a la gente, que ya me quería, que ya no tenía barquitos, ni corazones malignos, ni trenes de juguete, nada. Y estaban tranquilos y relajados por eso. Vos estabas tirado con más personas en un colchón medio enorme re suave y yo iba hasta ahí y me dejaba caer, como desmayada, sobre ustedes, y me hacían un huequito y te abrazaba fuerte y algo de mí que estaba cerrado se abría, y me sentía encendida por dentro y eso estaba muy bien. Vos cantabas y dibujabas y contabas cosas.
Así nos quedábamos un rato largo, yo te agarraba un brazo como si fuera un soporte fijado fuerte en una inundación que hacía que yo no me fuera flotando. Después te rascaba la nuca y vos eras como un gatito re feliz.
Después el sueño siguió, era el cumpleaños de alguien y había una torta gigante y varias mini tortitas, tenían una decoración impresioante. Eran como un elemento re tierno de un escenario 3d. Algunas tortitas se desarmaban, se des-decoraban. Entonces nos poníamos en la mesa con Ann y las rehacíamos y estábamos todos felices, pero sobretodo nosotras, porque les estábamos dando unas tortas hermosas al resto para que comieran y tenían colores pastel y suavidad y el alma cuando las comías se te agrandaba.
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