lunes, mayo 8

estábamos en una ciudad conferencia. las cosas eran raras. de a ratos yo sostenía un bebé que lloraba. le tapaba el cuellito porque el clima era hostil y el viento soplaba fuerte. Intentaba resguardarlo del frío. De cerca el bebé era de alambres y tenía partes móviles como lupas y lentes. el bebé al principio no era mío. pero nadie más parecía querer hacerse cargo de él.

todo era gris. o marrón oscuro. gastado. ingrácil. hostil. casi todo el tiempo nos movíamos por edificios brutalistas gigantes. las columnas de todo el edificio estaban hechas de comandos de git y de unix en general y de golpe algunas cosas eran extremadamente incognoscibles.

el edificio más grande de todos era lo que llamábamos El Repo. En algunos lugares no nos dejaban entrar porque no entendíamos los comandos que componían sus paredes. era como jugar al doom y no tener la llave para ciertas puertas.
todo el tiempo sentía ese miedo que da la ignorancia. de no saber el comando. de no tener la llave para entrar a lugares mejores y dejar de estar así, afuera, con el bebé, el viento y el frío.

de pronto aparecías vos. llegabas y sentía que sabía un poco menos poco, o en realidad un poco más. venías caminando hacia mí y yo con el bebé en brazos te miraba con cara de que eso era todo lo que tenía y no podía hacer nada al respecto. estábamos así parados, un poco alejados del resto del grupo, el bebé que nadie más quería y yo. yo te pedía disculpas con la mirada por tenerlo, por no haberlo dejado donde lo encontramos. pensaba que te ibas a enojar. pero no. venías y nos abrazabas y dejábamos de tener frío. todo se sentía bien. los dos juntos éramos la solución definitiva. el bebé por primera vez paraba de llorar.


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